domingo, 6 de enero de 2013

LOS ESCOLEROS

LOS ESCOLEROS
DE –(JOSE MARÍA ARGUEDAS)-

Los escoleros

 son los escolares de la comunidad de Ak’ola. El relato empieza presentando a tres de ellos: Bankucha, Juan (Juancha) y Teófanes (Teofacha). Bankucha es el mayor y el cabecilla de todos; los demás lo ven como ejemplo y tratan de imitarlo. Todos son muchachos de entre 12 y 14 años. Teófanes es huérfano de padre y vive con su madre; juntos crían una vaca lechera llamada la Gringa, que es su tesoro más preciado; la llamaron así por ser de pelaje blanco. Es la mejor vaca del pueblo, lo que provoca la envidia del hacendado don Ciprián, dueño del distrito, quien ofrece por ella mucho dinero, siendo rechazada su oferta por la viuda. 

Juan es hijo de un abogado que trabaja para don Ciprián, y temporalmente se halla alojado en la casa-hacienda, porque su padre se hallaba de viaje; allí es testigo de la violencia de don Ciprián contra su propia familia y subordinados.
 Juan teme la venganza de don Ciprián contra la Gringa, pero junto con Teófanes y el resto de los escoleros promete defender a la vaca, a la que querían como a una madre. A pesar de ser mestizo Juan se siente más identificado con los indios. Un día don Ciprián se ausenta, diciendo que iría a requisar los «daños», es decir ganado que invadía sus tierras situadas en la puna (región alta). 

Esos días de ausencia del malvado patrón fueron de felicidad para los habitantes del pueblo; la patrona (esposa de don Ciprián) organiza una reunión en la casa-hacienda, donde los indios cantan y bailan. Otro día Bankucha y el resto de escoleros se dedican a amansar chanchos en la plaza del pueblo que luego trasladan al chiquero. Hasta que una noche retorna el patrón y Juan ve de lejos que trae un animal blanco, presintiendo que es la Gringa. Al principio no quiere creer que don Ciprián se atreviera a entrar como ladrón a corral ajeno, pero al día siguiente confirma su temor.

 Teófanes y su mamá van a reclamar al patrón, pero éste les exige 20 soles de compensación pues aducía que encontró a la vaca pastando en sus tierras, lo cual era falso. La viuda lo desmiente y llena de ira insulta al patrón. Luego, por intermedio de Juan, don Ciprián le ofrece 80 soles como pago por la vaca, reconociendo que, efectivamente, lo había sacado de su corral, pero que lo hizo por no aceptar el hecho de que siendo la mejor vaca del pueblo no fuese suya; en caso de no aceptar su oferta amenaza con llevarla al matadero, en la costa. Pero la viuda rechaza tal oferta y vuelve a injuriar al patrón.

 Fuera de sí, don Ciprián va al corral, saca su revólver y dispara dos tiros en la cabeza de la vaca, ante el estupor de Juan, que abraza el cuerpo muerto del animal y llora inconsolablemente. Ese mismo día, Juan y Teófanes son llevados a latigazos a la cárcel, donde lloran largo rato hasta que el sueño los vence. El patrón vivió por algún tiempo más, sin que nadie intentara frenar sus abusos, hasta que murió de viejo. Pero el odio de los indios hacia sus explotadores continuó, acrecentándose día a día, sin poder hacer nada.

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