miércoles, 28 de noviembre de 2012

Peter Pan
Los Darling eran una familia compuesta por el siempre preocupado por las apariencias señor Darling, la amorosa señora Darling, sus tres hijos Wendy, John y Michael, y Nana, un perro niñera que no tenía nada que envidiar a ninguna otra niñera. Wendy era la hermana mayor y en sus sueños vivía historias de aventuras en las que aparecía un personaje llamado Peter Pan, un niño volador, que vivía en la isla de Nunca Jamás.
La señora Darling alimentaba la imaginación de sus hijos contándoles cuentos cada noche, sin saber que al propio Peter Pan le gustaba acercarse a escuchar los cuentos para luego ir a contárselos a los Niños Perdidos con los que vivía en la isla de Nunca Jamás. Los Niños Perdidos eran los niños que se habían caído de sus carritos y nunca más habían sido reclamados, y Peter Pan era su líder, y se encargaba de protegerlos.
Un día, Nana, el perro niñera, descubrió a Peter y fue tras él. Aunque el niño escapó, Nana consiguió atrapar su sombra, y la señora Darling la guardó en un cajón. Pero algunos días después, coincidiendo con un enfado del señor Darling que acabó castigando a Nana a dormir fuera del cuarto de los niños, y con una salida nocturna de los señores Darling, Peter volvió con el hada Campanilla para recuperar su sombra. Sin embargo, una vez que la consiguió no pudo volver a ponérsela, y se echó a llorar. El llanto de Peter despertó a Wendy, quien tras oír su problema, cosió la sombra de Peter a sus pies.
Peter Pan quedó encantado de las habilidades de Wendy y le pidió que viajara con él y Campanilla al país de Nunca Jamás, donde podría vivir aventuras y ser la mamá de los Niños Perdidos. Y así, enseñó a volar a los tres niños con la ayuda del polvo de hadas de Campanilla, y todos viajaron a Nunca Jamás. Durante el vuelo, Peter les habló de su enemigo Garfio, el malvado y cruel capitán pirata, a quien Peter había cortado una mano. Luego se la había dado a comer a un cocodrilo, y desde entonces este perseguía a Garfio por todas partes, ansioso por volver a probar su carne. Garfio había conseguido evitarlo hasta entonces porque también se había tragado un reloj, y su continuo “tic, tac” lo avisaba de su presencia. Casi habían llegado cuando los piratas de Garfio los a cañonazos, Y, aunque no llegaron a darles, el grupo volador se separó.
Aprovechando la separación de Peter, Campanilla, que estaba muy celosa de Wendy, animó a los Niños Perdidos a dispararla mientras se acercaba volando. Estos estuvieron a punto de matarla con una flecha pero, afortunadamente, una cadena paró la flecha y Wendy solo resultó herida. Los Niños Perdidos, a quien Peter se la presentó como una madre, le construyeron una casa alrededor para que pudiera recuperarse sin tener que moverla. Y es que, aunque Peter Pan no quería saber nada de madres ni de adultos, los Niños Perdidos pensaban a menudo en sus madres y estaban encantados de tener una.
Wendy aceptó de buen grado su papel de madre, cuidando a los niños, dando medicinas, poniendo tareas, fijando normas, cosiendo, cocinando y contando cuentos. Y así pasaron felices bastante tiempo, viviendo las aventuras propias de una isla tan fantástica, y comenzando a olvidar a sus padres y a su pasado, especialmente John y Michael. Wendy se acordaba más de ellos, sobre todo de lo que estarían sufriendo, pero estaba tan segura de que sus padres tendrían siempre abierta la ventana para recibirles con alegría el día que decidieran regresar, que no se preocupaba demasiado.
En una de sus muchas aventuras, Peter liberó a la Tigrilla, la princesa de los pieles rojas que vivían en la isla, de las garras de Garfio, con lo que los indios y los Niños Perdidos se convirtieron en aliados desde entonces. Lo hizo en la laguna de las sirenas, donde Wendy solía llevar a los niños a descansar durante la tarde. Al anochecer vieron acercarse a los piratas con la princesa, e imitando la voz de Garfio, Peter consiguió que la liberasen. Pero justo en ese momento apareció Garfio. Estaba muy deprimido por haberse enterado de que los niños tenía madre, y pensaba en matarlos a todos y hacer que Wendy fuera la madre de los piratas. Pero pronto descubrió el engaño, y consiguió que el vanidoso de Peter se descubriera a sí mismo, lo que dio comienzo a una gran batalla en la laguna. Los niños pudieron salvarse, pero Garfio hirió a Peter traicioneramente. Y lo habría matado si no hubiera aparecido el cocodrilo que siempre lo perseguía. Afortunadamente, Peter consiguió salvarse de morir ahogado gracias al ave de Nunca Jamás, quien le prestó su nido para poder navegar en agradecimiento por una acción del niño que la había salvado tiempo atrás.
Así fue pasando el tiempo hasta que una noche Wendy, temerosa por llegar a olvidarlos y por lo que estarían sufriendo, decidió que debían volver a casa con sus padres. Después de probar lo que era una madre, los niños no querían perder a Wendy, y deseaban seguir con ella, así que esta se ofreció a que sus propios padres adoptaran a todos. Los Niños Perdidos aceptaron ilusionados, pero Peter no quería saber nada de ninguna madre, ni hacer nada de lo que obligan a hacer los mayores, ni crecer, y se negó a volver y ser adoptado. Así, se despidieron y se marcharon.
Pero precisamente Garfio había preparado su ataque ese día, y tras vencer a los pieles rojas con malas artes, preparó una emboscada para capturar a Wendy y a los niños, a quienes no protegía Peter porque entonces actuaba como si no le importara su marcha. Garfio tenía todo tan planeado que pudo incluso llegar al escondite de Peter mientras dormía, y envenenar su medicina.
Campanilla descubrió lo que había ocurrido y corrió a despertar a Peter. Este, antes de ir a salvarlos quiso tomar su medicina para agradar a Wendy, pero la pequeña hada lo salvó de morir envenenado en el último momento, bebiendo ella el contenido del frasco. Campanilla estuvo a punto de morir entonces, pero un hada puede salvarse cuando los niños creen en las hadas, y cuando se lee este cuento, siempre hay un niño que cree en las hadas y salva la vida de Campanilla.
En el barco pirata Garfio ya había decidido acabar con los niños haciéndoles caminar por el tablón. Pero entonces se escuchó el “tic-tac” del cocodrilo y el capitán pirata se aterrorizó. Sin embargo, solo era un engaño de Peter, que acudía a salvar a Wendy y a los niños. Peter fue acabando con los piratas de uno en uno hasta conseguir la llave de los grilletes y liberar a los niños, y entonces comenzó una feroz lucha en el barco, marcada por el enfrentamiento entre Peter y Garfio. Pero esta vez el niño venció sin dificultad, y de una patada en el trasero envió al pirata a las fauces del cocodrilo, que había estado siguiendo el “tic-tac” de Peter. Gracias a la gran victoria los niños se hicieron con el barco de los piratas, y tras las celebraciones, al día siguiente pusieron rumbo de vuelta a casa.
En casa de los Darling las cosas habían cambiado. El señor Darling, arrepentido por sus errores y el trato que había dado a Nana, vivía ahora él mismo en la perrera de Nana durante todo el día,. Y había jurado no salir hasta la vuelta de sus hijos, lo que era una muestra de amor tan grande que lo había convertido en un personaje famoso. Y, tal y como pensaba Wendy, su madre se aseguraba de que al ventana estuviera siempre abierta.
Pero poco antes de que llegaran los niños, Peter y Campanilla, contrariados por la marcha de Wendy, se adelantaron para cerrar la ventana de la habitación. Pretendían hacer creer a Wendy que su madre ya no la quería, para que volviera con ellos. Pero al ver las lágrimas de la señora Darling, se ablandó, y volviendo a abrir la ventana se alejaron de allí porque, según Peter “ellos no necesitaban ninguna madre”.
Así cuando llegaron los niños, la ventana estaba abierta, y el encuentro estuvo lleno de alegría y felicidad. Por supuesto los Darling estuvieron encantados de adoptar a los Niños Perdidos y a Peter, pero Peter se negó en redondo: no quería crecer y volvería a Nunca Jamás junto a Campanilla. Pero antes de marchar, prometió volver por Wendy y llevarla consigo una vez al año, por la primavera.
Fin

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