Peter Pan
Los
Darling eran una familia compuesta por el siempre preocupado por las
apariencias señor Darling, la amorosa señora Darling, sus tres hijos Wendy,
John y Michael, y Nana, un perro niñera que no tenía nada que envidiar a
ninguna otra niñera. Wendy era la hermana mayor y en sus sueños vivía historias
de aventuras en las que aparecía un personaje llamado Peter Pan, un niño
volador, que vivía en la isla de Nunca Jamás.
La
señora Darling alimentaba la imaginación de sus hijos contándoles cuentos cada
noche, sin saber que al propio Peter Pan le gustaba acercarse a escuchar los
cuentos para luego ir a contárselos a los Niños Perdidos con los que vivía en
la isla de Nunca Jamás. Los Niños Perdidos eran los niños que se habían caído
de sus carritos y nunca más habían sido reclamados, y Peter Pan era su líder, y
se encargaba de protegerlos.
Un
día, Nana, el perro niñera, descubrió a Peter y fue tras él. Aunque el niño
escapó, Nana consiguió atrapar su sombra, y la señora Darling la guardó en un
cajón. Pero algunos días después, coincidiendo con un enfado del señor Darling
que acabó castigando a Nana a dormir fuera del cuarto de los niños, y con una
salida nocturna de los señores Darling, Peter volvió con el hada Campanilla para
recuperar su sombra. Sin embargo, una vez que la consiguió no pudo volver a
ponérsela, y se echó a llorar. El llanto de Peter despertó a Wendy, quien tras
oír su problema, cosió la sombra de Peter a sus pies.
Peter
Pan quedó encantado de las habilidades de Wendy y le pidió que viajara con él y
Campanilla al país de Nunca Jamás, donde podría vivir aventuras y ser la mamá
de los Niños Perdidos. Y así, enseñó a volar a los tres niños con la ayuda del
polvo de hadas de Campanilla, y todos viajaron a Nunca Jamás. Durante el vuelo,
Peter les habló de su enemigo Garfio, el malvado y cruel capitán pirata, a
quien Peter había cortado una mano. Luego se la había dado a comer a un
cocodrilo, y desde entonces este perseguía a Garfio por todas partes, ansioso
por volver a probar su carne. Garfio había conseguido evitarlo hasta entonces
porque también se había tragado un reloj, y su continuo “tic, tac” lo avisaba
de su presencia. Casi habían llegado cuando los piratas de Garfio los a
cañonazos, Y, aunque no llegaron a darles, el grupo volador se separó.
Aprovechando
la separación de Peter, Campanilla, que estaba muy celosa de Wendy, animó a los
Niños Perdidos a dispararla mientras se acercaba volando. Estos estuvieron a
punto de matarla con una flecha pero, afortunadamente, una cadena paró la
flecha y Wendy solo resultó herida. Los Niños Perdidos, a quien Peter se la
presentó como una madre, le construyeron una casa alrededor para que pudiera
recuperarse sin tener que moverla. Y es que, aunque Peter Pan no quería saber nada
de madres ni de adultos, los Niños Perdidos pensaban a menudo en sus madres y
estaban encantados de tener una.
Wendy
aceptó de buen grado su papel de madre, cuidando a los niños, dando medicinas,
poniendo tareas, fijando normas, cosiendo, cocinando y contando cuentos. Y así
pasaron felices bastante tiempo, viviendo las aventuras propias de una isla tan
fantástica, y comenzando a olvidar a sus padres y a su pasado, especialmente
John y Michael. Wendy se acordaba más de ellos, sobre todo de lo que estarían sufriendo,
pero estaba tan segura de que sus padres tendrían siempre abierta la ventana
para recibirles con alegría el día que decidieran regresar, que no se
preocupaba demasiado.
En
una de sus muchas aventuras, Peter liberó a la Tigrilla, la princesa de los
pieles rojas que vivían en la isla, de las garras de Garfio, con lo que los
indios y los Niños Perdidos se convirtieron en aliados desde entonces. Lo hizo
en la laguna de las sirenas, donde Wendy solía llevar a los niños a descansar
durante la tarde. Al anochecer vieron acercarse a los piratas con la princesa,
e imitando la voz de Garfio, Peter consiguió que la liberasen. Pero justo en
ese momento apareció Garfio. Estaba muy deprimido por haberse enterado de que
los niños tenía madre, y pensaba en matarlos a todos y hacer que Wendy fuera la
madre de los piratas. Pero pronto descubrió el engaño, y consiguió que el
vanidoso de Peter se descubriera a sí mismo, lo que dio comienzo a una gran
batalla en la laguna. Los niños pudieron salvarse, pero Garfio hirió a Peter
traicioneramente. Y lo habría matado si no hubiera aparecido el cocodrilo que
siempre lo perseguía. Afortunadamente, Peter consiguió salvarse de morir
ahogado gracias al ave de Nunca Jamás, quien le prestó su nido para poder
navegar en agradecimiento por una acción del niño que la había salvado tiempo
atrás.
Así
fue pasando el tiempo hasta que una noche Wendy, temerosa por llegar a
olvidarlos y por lo que estarían sufriendo, decidió que debían volver a casa
con sus padres. Después de probar lo que era una madre, los niños no querían
perder a Wendy, y deseaban seguir con ella, así que esta se ofreció a que sus
propios padres adoptaran a todos. Los Niños Perdidos aceptaron ilusionados,
pero Peter no quería saber nada de ninguna madre, ni hacer nada de lo que
obligan a hacer los mayores, ni crecer, y se negó a volver y ser adoptado. Así,
se despidieron y se marcharon.
Pero
precisamente Garfio había preparado su ataque ese día, y tras vencer a los
pieles rojas con malas artes, preparó una emboscada para capturar a Wendy y a
los niños, a quienes no protegía Peter porque entonces actuaba como si no le
importara su marcha. Garfio tenía todo tan planeado que pudo incluso llegar al
escondite de Peter mientras dormía, y envenenar su medicina.
Campanilla
descubrió lo que había ocurrido y corrió a despertar a Peter. Este, antes de ir
a salvarlos quiso tomar su medicina para agradar a Wendy, pero la pequeña hada
lo salvó de morir envenenado en el último momento, bebiendo ella el contenido
del frasco. Campanilla estuvo a punto de morir entonces, pero un hada puede
salvarse cuando los niños creen en las hadas, y cuando se lee este cuento,
siempre hay un niño que cree en las hadas y salva la vida de Campanilla.
En
el barco pirata Garfio ya había decidido acabar con los niños haciéndoles
caminar por el tablón. Pero entonces se escuchó el “tic-tac” del cocodrilo y el
capitán pirata se aterrorizó. Sin embargo, solo era un engaño de Peter, que
acudía a salvar a Wendy y a los niños. Peter fue acabando con los piratas de
uno en uno hasta conseguir la llave de los grilletes y liberar a los niños, y
entonces comenzó una feroz lucha en el barco, marcada por el enfrentamiento
entre Peter y Garfio. Pero esta vez el niño venció sin dificultad, y de una
patada en el trasero envió al pirata a las fauces del cocodrilo, que había
estado siguiendo el “tic-tac” de Peter. Gracias a la gran victoria los niños se
hicieron con el barco de los piratas, y tras las celebraciones, al día
siguiente pusieron rumbo de vuelta a casa.
En
casa de los Darling las cosas habían cambiado. El señor Darling, arrepentido
por sus errores y el trato que había dado a Nana, vivía ahora él mismo en la
perrera de Nana durante todo el día,. Y había jurado no salir hasta la vuelta
de sus hijos, lo que era una muestra de amor tan grande que lo había convertido
en un personaje famoso. Y, tal y como pensaba Wendy, su madre se aseguraba de
que al ventana estuviera siempre abierta.
Pero
poco antes de que llegaran los niños, Peter y Campanilla, contrariados por la
marcha de Wendy, se adelantaron para cerrar la ventana de la habitación.
Pretendían hacer creer a Wendy que su madre ya no la quería, para que volviera
con ellos. Pero al ver las lágrimas de la señora Darling, se ablandó, y
volviendo a abrir la ventana se alejaron de allí porque, según Peter “ellos no
necesitaban ninguna madre”.
Así
cuando llegaron los niños, la ventana estaba abierta, y el encuentro estuvo
lleno de alegría y felicidad. Por supuesto los Darling estuvieron encantados de
adoptar a los Niños Perdidos y a Peter, pero Peter se negó en redondo: no
quería crecer y volvería a Nunca Jamás junto a Campanilla. Pero antes de
marchar, prometió volver por Wendy y llevarla consigo una vez al año, por la
primavera.
Fin
Los
Darling eran una familia compuesta por el siempre preocupado por las
apariencias señor Darling, la amorosa señora Darling, sus tres hijos Wendy,
John y Michael, y Nana, un perro niñera que no tenía nada que envidiar a
ninguna otra niñera. Wendy era la hermana mayor y en sus sueños vivía historias
de aventuras en las que aparecía un personaje llamado Peter Pan, un niño
volador, que vivía en la isla de Nunca Jamás.
La
señora Darling alimentaba la imaginación de sus hijos contándoles cuentos cada
noche, sin saber que al propio Peter Pan le gustaba acercarse a escuchar los
cuentos para luego ir a contárselos a los Niños Perdidos con los que vivía en
la isla de Nunca Jamás. Los Niños Perdidos eran los niños que se habían caído
de sus carritos y nunca más habían sido reclamados, y Peter Pan era su líder, y
se encargaba de protegerlos.
Un
día, Nana, el perro niñera, descubrió a Peter y fue tras él. Aunque el niño
escapó, Nana consiguió atrapar su sombra, y la señora Darling la guardó en un
cajón. Pero algunos días después, coincidiendo con un enfado del señor Darling
que acabó castigando a Nana a dormir fuera del cuarto de los niños, y con una
salida nocturna de los señores Darling, Peter volvió con el hada Campanilla para
recuperar su sombra. Sin embargo, una vez que la consiguió no pudo volver a
ponérsela, y se echó a llorar. El llanto de Peter despertó a Wendy, quien tras
oír su problema, cosió la sombra de Peter a sus pies.
Peter
Pan quedó encantado de las habilidades de Wendy y le pidió que viajara con él y
Campanilla al país de Nunca Jamás, donde podría vivir aventuras y ser la mamá
de los Niños Perdidos. Y así, enseñó a volar a los tres niños con la ayuda del
polvo de hadas de Campanilla, y todos viajaron a Nunca Jamás. Durante el vuelo,
Peter les habló de su enemigo Garfio, el malvado y cruel capitán pirata, a
quien Peter había cortado una mano. Luego se la había dado a comer a un
cocodrilo, y desde entonces este perseguía a Garfio por todas partes, ansioso
por volver a probar su carne. Garfio había conseguido evitarlo hasta entonces
porque también se había tragado un reloj, y su continuo “tic, tac” lo avisaba
de su presencia. Casi habían llegado cuando los piratas de Garfio los a
cañonazos, Y, aunque no llegaron a darles, el grupo volador se separó.
Aprovechando
la separación de Peter, Campanilla, que estaba muy celosa de Wendy, animó a los
Niños Perdidos a dispararla mientras se acercaba volando. Estos estuvieron a
punto de matarla con una flecha pero, afortunadamente, una cadena paró la
flecha y Wendy solo resultó herida. Los Niños Perdidos, a quien Peter se la
presentó como una madre, le construyeron una casa alrededor para que pudiera
recuperarse sin tener que moverla. Y es que, aunque Peter Pan no quería saber nada
de madres ni de adultos, los Niños Perdidos pensaban a menudo en sus madres y
estaban encantados de tener una.
Wendy
aceptó de buen grado su papel de madre, cuidando a los niños, dando medicinas,
poniendo tareas, fijando normas, cosiendo, cocinando y contando cuentos. Y así
pasaron felices bastante tiempo, viviendo las aventuras propias de una isla tan
fantástica, y comenzando a olvidar a sus padres y a su pasado, especialmente
John y Michael. Wendy se acordaba más de ellos, sobre todo de lo que estarían sufriendo,
pero estaba tan segura de que sus padres tendrían siempre abierta la ventana
para recibirles con alegría el día que decidieran regresar, que no se
preocupaba demasiado.
En
una de sus muchas aventuras, Peter liberó a la Tigrilla, la princesa de los
pieles rojas que vivían en la isla, de las garras de Garfio, con lo que los
indios y los Niños Perdidos se convirtieron en aliados desde entonces. Lo hizo
en la laguna de las sirenas, donde Wendy solía llevar a los niños a descansar
durante la tarde. Al anochecer vieron acercarse a los piratas con la princesa,
e imitando la voz de Garfio, Peter consiguió que la liberasen. Pero justo en
ese momento apareció Garfio. Estaba muy deprimido por haberse enterado de que
los niños tenía madre, y pensaba en matarlos a todos y hacer que Wendy fuera la
madre de los piratas. Pero pronto descubrió el engaño, y consiguió que el
vanidoso de Peter se descubriera a sí mismo, lo que dio comienzo a una gran
batalla en la laguna. Los niños pudieron salvarse, pero Garfio hirió a Peter
traicioneramente. Y lo habría matado si no hubiera aparecido el cocodrilo que
siempre lo perseguía. Afortunadamente, Peter consiguió salvarse de morir
ahogado gracias al ave de Nunca Jamás, quien le prestó su nido para poder
navegar en agradecimiento por una acción del niño que la había salvado tiempo
atrás.
Así
fue pasando el tiempo hasta que una noche Wendy, temerosa por llegar a
olvidarlos y por lo que estarían sufriendo, decidió que debían volver a casa
con sus padres. Después de probar lo que era una madre, los niños no querían
perder a Wendy, y deseaban seguir con ella, así que esta se ofreció a que sus
propios padres adoptaran a todos. Los Niños Perdidos aceptaron ilusionados,
pero Peter no quería saber nada de ninguna madre, ni hacer nada de lo que
obligan a hacer los mayores, ni crecer, y se negó a volver y ser adoptado. Así,
se despidieron y se marcharon.
Pero
precisamente Garfio había preparado su ataque ese día, y tras vencer a los
pieles rojas con malas artes, preparó una emboscada para capturar a Wendy y a
los niños, a quienes no protegía Peter porque entonces actuaba como si no le
importara su marcha. Garfio tenía todo tan planeado que pudo incluso llegar al
escondite de Peter mientras dormía, y envenenar su medicina.
Campanilla
descubrió lo que había ocurrido y corrió a despertar a Peter. Este, antes de ir
a salvarlos quiso tomar su medicina para agradar a Wendy, pero la pequeña hada
lo salvó de morir envenenado en el último momento, bebiendo ella el contenido
del frasco. Campanilla estuvo a punto de morir entonces, pero un hada puede
salvarse cuando los niños creen en las hadas, y cuando se lee este cuento,
siempre hay un niño que cree en las hadas y salva la vida de Campanilla.
En
el barco pirata Garfio ya había decidido acabar con los niños haciéndoles
caminar por el tablón. Pero entonces se escuchó el “tic-tac” del cocodrilo y el
capitán pirata se aterrorizó. Sin embargo, solo era un engaño de Peter, que
acudía a salvar a Wendy y a los niños. Peter fue acabando con los piratas de
uno en uno hasta conseguir la llave de los grilletes y liberar a los niños, y
entonces comenzó una feroz lucha en el barco, marcada por el enfrentamiento
entre Peter y Garfio. Pero esta vez el niño venció sin dificultad, y de una
patada en el trasero envió al pirata a las fauces del cocodrilo, que había
estado siguiendo el “tic-tac” de Peter. Gracias a la gran victoria los niños se
hicieron con el barco de los piratas, y tras las celebraciones, al día
siguiente pusieron rumbo de vuelta a casa.
En
casa de los Darling las cosas habían cambiado. El señor Darling, arrepentido
por sus errores y el trato que había dado a Nana, vivía ahora él mismo en la
perrera de Nana durante todo el día,. Y había jurado no salir hasta la vuelta
de sus hijos, lo que era una muestra de amor tan grande que lo había convertido
en un personaje famoso. Y, tal y como pensaba Wendy, su madre se aseguraba de
que al ventana estuviera siempre abierta.
Pero
poco antes de que llegaran los niños, Peter y Campanilla, contrariados por la
marcha de Wendy, se adelantaron para cerrar la ventana de la habitación.
Pretendían hacer creer a Wendy que su madre ya no la quería, para que volviera
con ellos. Pero al ver las lágrimas de la señora Darling, se ablandó, y
volviendo a abrir la ventana se alejaron de allí porque, según Peter “ellos no
necesitaban ninguna madre”.
Así
cuando llegaron los niños, la ventana estaba abierta, y el encuentro estuvo
lleno de alegría y felicidad. Por supuesto los Darling estuvieron encantados de
adoptar a los Niños Perdidos y a Peter, pero Peter se negó en redondo: no
quería crecer y volvería a Nunca Jamás junto a Campanilla. Pero antes de
marchar, prometió volver por Wendy y llevarla consigo una vez al año, por la
primavera.
Fin
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