Con patadas reconocemos la nobleza
Está mañana cuando me
alistaba para salir a mi lugar de trabajo saqué a muñeco a patadas de la sala
para que no estropeara el aseo, que por cierto aún no se le había hecho a la
casa. Muñeco nos acompaña desde que era un cachorro, un vecino nos lo regaló ya
moribundo por tanta pulga, sarna y parásitos internos que al no ser por la
purga que le dimos, en pocos días habría muerto como sucedió con sus otros
hermanos. Desde entonces lo quisimos, lo cuidamos, lo alimentamos con todo
cuidado, le dedicamos todo nuestro cuidado y se convirtió en un miembro más de
la familia. Creció alegre, muy juguetón y gordo. Y así lo hemos tenido
cuidándolo para no verlo sufrir. Pero está mañana lo saqué a patadas de la
sala.

Como cuando se lo regaña
siempre, muñeco bajó la cola y salió, obediente, humillado... Y lo que me queda
en la mente y recuerdo con remordimiento es que voltea a mirarme como queriendo
decir: "Por favor no seas así conmigo"… Queridos lectores: debemos
cambiar muchas de nuestras conductas para no perjudicar a los demás, pero
cambiar nuestras conductas negativas frente al trato de los animales sería la
mejor muestra, para mejorar nuestra convivencia con las demás personas.
A muñeco le dolió el golpe
que le di está mañana, pero ahora me duele mucho haberlo hecho porque sé que he
golpeado la nobleza, la humildad, la fidelidad, la inocencia y la ternura
representada está vez en muñeco. Y cuántos más en el mundo siguen reconociendo
con patadas la honestidad de sus amigos.
fin
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