domingo, 6 de enero de 2013

DIAMANTES Y PEDERNALES

DIAMANTES Y PEDERNALES

Los sucesos transcurren 

en Alk'amare, un barrio en la capital de una provincia de la sierra peruana, donde cuatro personas foráneas entrecruzan sus vidas: el arpista Mariano, el patrón don Aparicio, Irma la ocobambina y Adelaida la costeña
Mariano, un eximio arpista, a quien la gente común lo ve como un upa o idiota por su carácter ensimismado, llega al villorrio acompañado de su cernícalo (killincho), a quien llama “inteligente Jovín”. Era originario de un pueblo frutero cercano, del que partió instigado por su hermano Antolín, quien le aseguró que en la capital de la provincia triunfaría pues los arpistas eran muy apreciados y solicitados.

En Alk'amare Mariano conoce a don Aparicio, joven terrateniente que tiene bajo su mando a mil indios. Este personaje era también foráneo pues provenía de Lambra, donde tenía latifundios. Don Aparicio se siente fascinado por la música de Mariano y lo acoge, tratándole de “don”, pero le obliga a que toque solo para él.
Don Aparicio es un enamorador empedernido y seduce a muchas mujeres, siendo su preferida una mestiza llamada Irma, natural de Ocobamba, a quien había raptado separándola de su familia. Sin embargo, al llegar al pueblo la joven costeña Adelaida, don Aparicio queda deslumbrado con la belleza de esta mujer, rubia y de ojos azules. Él asume que lo que siente por Adelaida es amor, ya que ésta le genera un dolor que ni siquiera la música de don Mariano logra calmar. Don Aparicio colma de regalos a la recién llegada y de esta manera se siente con dominio sobre ella, aunque sin saber para qué la quiere.

Todo ello entristece a Irma, quien se había mostrado fiel al terrateniente. Celosa, trama un plan para recuperar el amor de don Aparicio: lleva con engaños a don Mariano a su casa y lo oculta. Cuando llega don Aparicio, Irma empieza a cantarle, siguiéndole don Mariano con los acordes de su arpa, tal como habían acordado. Pero don Aparicio se da cuenta de la presencia del arpista y se enfurece, pues considera este acto como una traición. Don Mariano siente mucho pesar y espera al patrón en la puerta de su habitación para pedirle perdón, pero don Aparicio no acepta sus disculpas y le pide que se marche. Pero ante la insistencia de don Mariano, don Aparicio pierde el control y lo lanza por la baranda desde el segundo piso hacia el patio. Producto de la caída don Mariano muere.

Don Mariano es velado en casa de don Aparicio y enterrado con una ceremonia digna de un comunero grande. Esta muerte pesa mucho al joven terrateniente y sirve para que empiece a redefinir su existencia disipada.

Don Aparicio planea vengarse de Irma: imagina casarse con ella para hacerla sufrir toda la vida, pero finalmente decide dejarla ir. Asimismo, se despide fríamente de Adelaida antes de alejarse, montado en su potro negro yllevándose al cernícalo de don Mariano, a quien alimenta con un pedazo de carne que destaja del cuello de su propio caballo. Su partida hacia un lugar indefinido tiene como propósito expiar de alguna manera su culpabilidad en la muerte del arpista


Personajes

Don Mariano, un indio, hábil arpista y cantante, a quien le dicen upa, apelativo con el que en el habla quechua se designa al idiota o persona abstraída, “el que no oye”. Siempre va acompañado de un killincho o cernícalo, a quien llama “inteligente Jovín”. Natural de un pueblo frutero, se traslada a la capital de la provincia donde es acogido por don Aparicio, fascinado por su música.
Don Aparicio, mestizo, joven y corpulento, terrateniente del distrito de Lambra, que se había instalado en la capital de la provincia. Es un cruel abusador de los indios y un donjuán empedernido; seduce a innumerables mujeres a quienes luego abandona.
Irma o la ocobambina, mestiza, natural de un pueblo lejano. Fue raptada por don Aparicio, quien la convierte en su querida favorita. Ella le corresponde fielmente.
Adelaida, una bella costeña, rubia y de ojos azules, que llega al pueblo acompañada de su madre. Don Aparicio se enamora intensamente de ella aunque su amor queda limitado a la manera platónica.
Don Félix, el mayordomo de don Aparicio.

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