Razón vs corazón
Son muchas las ocasiones en
que nos encontramos en la encrucijada de a quién escuchar: si lo que dicta tu
mente, o tu voz interior. Es mucho más complejo cuando es por cuestiones de
amor, donde involucras sentimientos, recuerdos, pero sobre todo tu corazón.
Muchas veces, cuando se está enamorado, dejamos pasar los errores y las
equivocaciones, si bien es cierto nadie es perfecto, pero cuando se ama de
verdad tratamos de dar siempre lo mejor de nosotros mismos, de hacerle sentir
al ser amado todo aquello que por él sentimos.
Pero hay ocasiones, en que
nuestros errores causan heridas tan profundas, que quedan guardadas en nuestro
subconsciente y que con el tiempo pasan a formar parte de lo que algún día
serán también los llamados recuerdos. Hay recuerdos de todos los matices:
tristes, alegres, chistosos, dolorosos... Momentos que hemos pasado, que en el
momento nos hicieron sentir de tal manera, y que conforme va pasando el tiempo,
vamos perdonando u olvidando. En muchas ocasiones, vamos agujerando más y más
nuestro corazón.
Cuando ha habido tanto
dolor, decepción y sufrimiento, el corazón -aún con cientos de heridas- empieza
poco a poco a cicatrizar, y a pesar de que llegue algún día a sanar, las
huellas y marcas que quedan nunca se borrarán, y es precisamente ahí cuando
entra la razón y comienza ese conflicto interno de no saber a quién escuchar.
El ser humano tiene la capacidad de perdonar, pero aunque perdonemos, no
olvidamos. El que dice que el que perdona de verdad, olvida, miente. Las
heridas que alguna vez nos causaron nos marcan de tal manera que nos hacen
cambiar el modo de ver las cosas.
Algunos optan por huir de
sus sentimientos, otros, se arriesgan a intentarlo pero ya no dan todo de sí
por miedo a volver a salir lastimados. Lo cierto es que no sabemos qué pasará.
Cuando amamos, sufrimos, reímos, es un riesgo que corremos porque no sabemos si
seremos correspondidos de la misma manera, no sabemos qué pasará, no sabemos
con qué intensidad la otra persona nos querrá. Y cuando es esa misma persona
que tanto amas, la que un día te hizo tanto daño, es aún más confuso.
La razón te dice:
"Acuérdate de lo que te
hizo, acuérdate de las lágrimas que derramaste, acuérdate de los malos ratos
que pasaste, acuérdate del sufrimiento que te causó a ti, tus amigos y tus
padres". Eso no es amor, porque quien ama no lastima, no hiere, no hace
daño. Pero luego, el corazón empieza a acelerarse y levantarse y te dice:
"inténtalo por ese amor tan grande, esta vez será diferente, ya han
madurado, harán lo posible por no cometer los mismos errores porque ustedes han
demostrado que este amor no es en vano.”
Y sientes que si bien es
cierto, podrá haber miles de personas que pudieran hacerte feliz, hay sólo una
persona que ha logrado despertar en ti sentimientos que nunca antes sabías que
existían, y es esa misma persona que un día te hizo sufrir. Es entonces cuando
empieza la lucha entre el corazón y la razón. La razón trata de hacerte
entender, que si en ese entonces, las cosas no funcionaron, fue por algo.
Quizás, esa no es la persona para ti, quizás mañana vendrá la persona que te
haga feliz y te darás cuenta que todo el sufrimiento que alguna vez pasaste,
valió la pena para alejarte de esa persona que creíste alguna vez amar, para
que ahora puedas disfrutar de tu verdadero amor.
Pero hay algo que la razón
no entiende, y es que el corazón a pesar de todos los golpes que algún día
recibió, tiene cierta intuición, y es por eso por lo que tanto aclama y te
ruega que le des otra oportunidad, porque muy en el fondo sabe que nunca
volverá a amar a nadie como a esa persona por la que está dispuesta a
arriesgarse a que le cause una herida más.
Dicen que el tiempo lo cura
todo, pero cuando ya ha pasado un tiempo considerable, y las cosas en tu vida
empiezan a mejorar...
Cuando crees que ya lograste
olvidar a esa persona, y que si la ves simplemente sentirás un cariño por los
recuerdos de aquellos momentos que te hicieron enamorar, el corazón te
traiciona y el tiempo pasa a ser tan sólo un instante. Y es cuando te das
cuenta de que el corazón tiene razón, porque todo el tiempo que aquella persona
estuvo lejos de ti, se congeló en el espacio y aunque hayan pasado días,
semanas, o años, tu corazón sigue amando con todas las fuerzas a ese ser tan
especial.
Y es aquel mismo corazón que
un día sentiste que lo hicieron pedazos, el que te dice “no importa, aún con
estos pedazos, lo sigues amando, yo estoy dispuesto a intentar” La razón
siempre intentará evitar que sientas dolor. Pero es esa la única manera que
tenemos para darnos cuenta de qué sentimos. Lastimosamente, necesitamos de
momentos tristes, para disfrutar de los momentos alegres; necesitamos de
lágrimas y dolor, para valorar la risa y el amor; necesitamos de momentos
difíciles, y de perder, aunque sea por un tiempo, al ser amado; para aprender a
valorarlo, y darnos cuenta de la importancia de su presencia.
Y es entonces, cuando la
razón pierde contra el corazón al darse cuenta que si no lo intentas, siempre
tendrás la espinita del “qué hubiera pasado”; y si intentándolo, y aun así, las
cosas no resultan, la gente te dirá “te lo dije”, quizás hasta tú mismo te
reproches y digas “por qué no escuché lo que me dictaba la cabeza”; pero tu
corazón, aún con lágrimas y nuevamente destrozado te dirá “ánimo, al menos lo
intentaste, ahora sí puedo volver a dormir hasta sanar” y solamente ahí, será
el corazón quien le diga a la razón “tenías razón, fui yo quien estaba en un
error”.
Y la razón, sabiendo el
dolor del corazón, no se lo reprochará, simplemente le dirá “tú escogiste
arriesgarte, tú escogiste intentarlo una vez más, pero tranquilo, no sé cuándo,
pero las heridas sanarán y algún día llegará aquella persona que te mencioné
tiempo atrás".
Pero, si el corazón sale
victorioso, al saber que su decisión fue la acertada, bromeará con la razón y
le dirá “qué bueno que no te escuché, porque si lo hubiese hecho hubiera
perdido la oportunidad de ser realmente feliz” y será precisamente en ese
momento en que ambos entenderán que la vida no tendría el mismo significado ni
valor, si no supiéramos qué es sentir. Y es que es con la cabeza que aprendemos
a diferenciar los sentimientos que denota un corazón, ya que es con sus
alegrías y tristezas que la razón interpreta aquello que siente el corazón y
que nosotros llamamos amor.
fin
No hay comentarios:
Publicar un comentario