Rompe el silencio
Y Jesús le dijo: "vete
tu fe te ha salvado y enseguida recobró la vista, y seguía a Jesús en el
camino" (Marcos 10-52). Hoy y en breve quiero hablarte de este hombre
ciego llamado Bartimeo, el cual tuvo encuentro con Jesucristo cuando el maestro
salía de Jericó. Dice la palabra de Dios que este hombre se encontraba a una
lado del camino mendigando como consecuencia de su incapacidad física, le era
difícil desarrollarse como persona y ganarse la vida como cualquier otro, no
podía pescar, usar el molino o sembrar como la mayoría de los hombres, por lo
tanto mendigaba buscando un poco de caridad entre la gente que escuchaba pasar.
Aunque la palabra de Dios no nos enseña la causa de sus ceguera, lo que sí
sabemos que este hombre lamentaba terriblemente su situación…
Quizás en su corazón el
anhelaba poder contemplar el mar, poder ver el color de la flores, quizás
anhelaba ver a los niños correr, echarse a la mar y navegar mar adentro o poner
su mano en el arado e ir sembrando, pero después el mismo volvía y bloqueaba su
imaginación con una palabra "estás ciego imposible para ti", pero esa
tarde querido hermano sucedió un encuentro inesperado, un encuentro que cambió
completamente la vida de este hombre. Dice la palabra de Dios que este hombre
escuchó que nuestro señor Jesucristo pasaba por aquel lugar…
La fama de nuestro Señor se
había extendido en gran manera, seguro sus milagros y maravillas habían llegado
a los oídos de este hombre. Pudiéramos decir que al igual que aquella mujer con
flujo de sangre lo había intentado todo y muchos le habían engañado, quizás
muchos le habían jurado sanarlo y no lo habían conseguido. Pero cuando escuchó
que Jesús pasaba -sin pensarlo- elevó su voz en busca de ayuda exclamando,
¡Jesús! ¡Hijo de David! ten misericordia de mí. Cuando hizo esto muchos de los
que le rodeaban le reprendieron, le callaban, quizás diciendo "cállate
para qué le hablas, para qué le molestas, para le buscas" ¡pobre ciego!
Este hombre tenía, querido
hermano, dos opciones: conformarse con la vida que llevaba entre tinieblas y
soledad, o buscar la ayuda de aquel que podía obrar un milagro en su vida y sin
dudarlo nuevamente clamó a aquel que lo puede todo, ¡Jesús! ¡Hijo de David!
¡Ten misericordia de mí Jesús! ¡Ten misericordia de mí!
Dice la palabra de Dios que
el maestro escuchó su voz y envió a sus discípulos a llamarle y ellos vinieron
a él, le dijeron ¡levántate! ten confianza, te llama… Dice la palabra que
rápido arrojó su capa y vino a Jesús y respondiendo dijo Jesús ¿qué quieres que
te haga? y él le contestó "que recobre la vista". Bien querido
hermano, joven, señorita, que hoy Dios me ha enviado con este mensaje hacia a
ti con las mismas palabras que le fueron dichas a este hombre…
Hoy las repito a ti,
¡levántate! ten confianza, te llama y hablo a ti que por diversas
circunstancias te encuentras a un lado del camino. A ti que quizás las
situaciones que has enfrentado han menguado tu fe y tú visión espiritual se ha
acortado. A ti que has dejado de orar, de ayunar, de leer la palabra como lo
hacías antes. A ti que has frenado tu búsqueda para con Dios, a ti son las
palabras que fueron dichas a este hombre, pero al igual que él tienes dos
opciones: conformarte a la vida que estás viviendo, o romper el silencio y
clamar a aquel que te puede ayudar. No hay nadie que pueda frenar lo que Dios
puede hacer en tu vida…
Quizás las burlas, las
quejas, las murmuraciones y las situaciones que enfrentaste en tu hogar. Quizás
la enfermedad de un ser querido ha menguado tu fe, quizás caíste en pecado y
has acudido a Dios a pedir perdón y Satanás continúa zarandeando tu mente,
atormentándote y echándote en cara tu error. Hoy querido hermano tú puedes
romper el silencio, decía el salmista "de lo alto vendrá mi socorro, de
Jehová que hizo los cielo y la tierra", él puede sanarte nuestro señor
Jesucristo aún sigue pasando por aquí, él quiere volverte la vista y que seas
testigo de su poder y maravillas. Quizás muchos te han criticado por tu error,
quizás te han echado en cara lo que hiciste, quizá te han condenado…
Hoy quiero decirte que aún
la gracia y la misericordia de Dios no se han apartado de tu vida, él quiere
levantarte. No quiere que sigas caminando a un lado del camino, él quiere darte
una nueva visión fresca, que mires más allá de lo que ahora ves y como está
escrito: "cosas que ojo no ha visto, ni oído ha escuchado, ni han subido a
corazón de hombre, las cosas que Dios ha preparado para los que le aman"
(1 corintios 2-9). Dios quiere que te levantes, que pongas manos a la obra y
tomes posición en tus ministerios, que acciones los dones y talentos que él ha
puesto en ti. Pero ahora con una nueva visión él te llevará a realizar cosas
irrealizables para alabanza de su nombre, ¡vamos! ¡Atrévete en esta noche a
romper el silencio! ¡Echa fuera todo lo que te estorba para venir a él, como
aquel ciego arroja tu capa! ¡Echa fuera el rencor!, ¡el dolor! ¡Ya basta de
vivir del pasado, de los recuerdos que te atormentan y no te permiten caminar!
¡Es tiempo de limpiar!,
¡renovar! ¡Restaurar!... De sanar el corazón, de clausurar ese capítulo de tu
vida que te llevó a estar a un lado del camino. Hoy puedes empezar de nuevo,
hoy Dios te brinda una nueva oportunidad, es el tiempo de romper el silencio,
este es, ¡tu tiempo! es el momento de decirle al diablo "estoy derribado
pero no destruido". Los acontecimientos a nivel mundial son una clara
alerta a la predicación del evangelio, estamos en una guerra constante contra
las fuerzas del enemigo y en tiempos de guerras no puede haber soldados en las
trincheras…
Muchos dice que esto de
buscar a Dios es cosa de ancianos, pero esta mentira diabólica queda derribada
cuando jóvenes como tú se levantan llenos del espíritu a predicar el evangelio.
Es el tiempo y el momento de romper el silencio, y predicar libertad a los
cautivos… ¡Que Dios te bendiga!
fin
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