LA ZORRA HAMBRIENTA Y EL
GATITO
Había
una vez una zorra hambrienta rondaba,
cierta noche de luna, una casa de campo, y en una de sus idas y venidas se
encontró con un hermoso gatito al que dijo:
-Verdaderamente
no eres un gran banquete para quien, como yo, se está muriendo de hambre. Pero
en estos días de apuro, vales más que nada.
-¡Oh,
no me comas! -exclamó el gatito-. Yo sé dónde el amo guarda sus quesos. Ven
conmigo y verás.
El
gatito acompañó a la zorra al patio de la casa, donde había un pozo y, atados a
la cuerda de la garrucha, dos cubos.
-Mira
hacia el fondo del pozo y verás los quesos -dijo el gatito.
El
gatito saltó a uno de los cubos, diciendo:
-¡Así
se baja!
La
garrucha dio algunas vueltas mientras descendía el gatito metido en su cubo,
hasta el fondo del pozo. Pero el gatito conocía el camino y era muy astuto, de
suerte que al tocar el cubo en el agua, saltó a la cuerda y se mantuvo firme y
bien agarrado con sus uñas.
-¿Puedes
subir uno de esos quesos? -preguntó la zorra.
-No;
son demasiado pesados -dijo el gatito-. Debes bajar tú.
Los
cubos estaban entonces colocados de tal suerte que al bajar el de arriba, había
de subir el que estaba en el fondo. Y como la zorra pesaba mucho más que el
gatito, al meterse en su cubo descendió rápidamente hasta dar en el agua. La
zorra se ahogó, mientras el gatito, elevado por el peso de la zorra, logró
escaparse sin mayores inconvenientes.
fin
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