jueves, 29 de noviembre de 2012

La marioneta
En un desván, lleno de polvo y trastos viejos, dentro de un viejo, y anticuado baúl. Pasado por años de olvido descansa, una vieja marioneta, vestida de payaso sin sexo definido no sabría decir, si era, él o ella. De sus largas y perfectas cuerdas, todas enteras, sin fisuras, y unidas a dos palitroques, en forma de cruz. De esta guisa y en posición semisentada, y debajo de ropa vieja ya, desgastada, dormía la Marioneta. Como si de un largo, letargo se tratara, y en forma de sueño, la Marioneta, recordaba su vida, y añoraba tiempos mejores. En lo que su memoria alcanza, a recordar, recuerda su vida, en grandes teatros de "Títeres, y Marionetas".
Donde cada mañana, y cada tarde solía  deleitar con sus mil y un personajes. Aún público, variado que abarcaba todas las edades. También recuerda, sus amores, amigos, y enemigos, toda la vida sin vida propia, pero haciendo feliz a mucha gente. Si se pone a recordar, solo recuerda, que muchas manos usaban sus cuerdas, y que según, el personaje le tocaba ser, alegre o gruñón, malvado, héroe, o bufón. En su primera compañía le tocó, ser el Príncipe Feliz, que tenía que rescatar, a la Princesa Rubí, del Malvado Mala Sombra. Tenía como aliados a Botón el duende, y al hada Celeste.
 Mala Sombra, era el malvado brujo, que retenía a Rubí la Princesa, pues esté (Mala Sombra) se enamora de su belleza, y buen corazón. Y necesita su lindo pelo para hacer un conjuro, que le permita, robar su corazón. Para que la Princesa pueda amarle el brujo era poco agraciado, se diría, que su maldad crecía y aumentaba su fealdad. Pero el Príncipe Feliz, con ayuda de Botón el duende, y el hada Celeste, rescata a la Princesa que se casa, con el Príncipe Feliz, y viven felices mucho tiempo. Así cada día y cada tarde, comenzaba, la función, y así  un día más, se baja el telón y los personajes y la historia que contaban, se iban a dormir, hasta otro día. Marioneta cobraba vida propia, cuando sus cuerdas, eran manejadas, por las manos que movían sus hilos. Ella sentarla magia de la ilusión cada vez, que salía a actuar, y sus manos, de algodón y serrín, eran movidas, a través de sus cuerdas,, al igual que sus brazos y sus piernas.
 Las manos, que usaban sus cuerdas, solo movían sus hilos, pero Marioneta tenia, su propio corazón. Marioneta, suspiraba por Rubí poco a poco, se fue enamorando del personaje que ella interpretaba, tantas veces, rescatando, a la Princesa que acabó creyéndose, su propio personaje. En la trastienda, donde eran colocados, los títeres, dormían todas las marionetas. Pero no la magia de la ilusión, ni los personajes, que cobraban vida detrás, las bambalinas. Rubí sabía que era hermosa, pero ella despreciaba, a todos, los Títeres,¡¡ Solo eran simples marionetas!!.Ella nunca se fijaría, en alguien, sin brillo sin personalidad. Ella vivía enamorada en silencio de su creador, así lo llamaba ella se emocionaba cada vez, que tocaba sus cuerdas, y le daba vida, y hacia mover sus manos, y su cuerpo.
 Marioneta hablaba, con Rubí, le decía que era muy bonita. Rubí coqueta y casquivana  se hacía querer, no le importaba nadie, nada más que ella misma, y su felicidad. Al hada Celeste, le daba pena Marioneta, de todos los que allí estaban, él era el único, que tenía corazón. Ya lo había visto en alguna ocasión, la verdad pocas veces, los títeres se contagiaban, de la magia de la ilusión. Pocos nacían con el talento, que hacia traspasar, esa magia, y conectar con el público. Celeste no sabía, si la magia nacía del personaje, o de las manos que manipulaban las cuerdas, y traspasaba, a la marioneta.
 Quien sabe, donde está la magia que es capaz de crear la chispa, que hace posible la ilusión. Pero así fue como Marioneta se enamoró de Rubí, como en la obra, solo interpretaba su papel. Rubí también actuaba, según el guión, pero ella se regodeaba, en la inocencia de Marioneta. Haciéndole creer, que ella, al igual que el personaje, estaba llena de virtudes, donde la bondad, y el amor, era parte de su mayor inquietud, y forma de sentir. Así pasaron años, donde la obra y el teatro cosecharon grandes premios y triunfos.
Marioneta transmitía, cada día, su felicidad, y su personaje, era tan real, que llegaba al público. El cual se contagiaba, de su júbilo y alegría. Pasado el tiempo llegó una nueva marioneta, todos quedaron deslumbrados por su porte y elegancia. La compañía sustituyó a Príncipe Feliz, a quien quitaron las prendas, que lucía, para ponérselas, a la nueva marioneta. En está ocasión Príncipe Feliz, pasó a ser Mala Sombra, y Mala sombra, fue enviada al cajón de los grandes olvidados, algo parecido, al cementerio de las marionetas. Nunca más, volvería a ser personaje ni, a interpretar ninguna obra, así estaban las cosas. Luego entre bambalinas todos comentaban, los nuevos cambios, ahora, Marioneta, ya no era Príncipe Feliz, sino Mala Sombra. Nada de esto le hubiera importado a Marioneta, sino estuviera enamorado, de Rubí, desde que llegó el nuevo Títere, había empezado a ignorarlo, y no entendía, el cambio.
Rubí casquivano y coqueta, empezaba a dejarse querer por el nuevo Príncipe, tan frívolo y superficial como ella. Marioneta intentaba hablar con ella, una, y otra vez, pero ella lo ignoraba, y despreciaba. Fue entonces cuando Marioneta, se dio cuenta de la clase de Títere que era, pero ya era tarde, para dejar de quererla. Entonces Marioneta en su papel de Mala Sombra empezó, a odiar a Rubí de tal forma, que su personaje cobraba, fuerza, y un realismo. Que cada vez, que salía al l escenario, el público que veía la obra sentía miedo, casi terror. Así estuvo la pobre Marioneta odiando, cada día, con más intensidad, a aquella Títere sin corazón. Pero después del odio llegó, la tristeza y la depresión, y ni fuerzas tenia para interpretar su papel de malvado
No quería salir ni interpretar, ningún papel, solo se dejaba, arrastras por el desánimo. Entonces la gente dejó de ver magia en aquel teatro de Títeres, ya no sentían emoción. Marioneta, en el papel de Mala Sombra, ya no daba miedo, sino pena. Y la gente dejó de acudir al teatro de marionetas. La compañía pensó, que era demasiar años con la obra, y que el público se había cansado de verla. Y así fue como Marioneta dejó aquel teatro, y anduvo por mercadillos, de un lado para otro, dando tumbos de aquí  para allá. Actúo en algún teatro, que otro, pero la magia no volvió a él, seguía afectado, por la desilusión, hasta que un día, una niña se fijó en él. Y mirando a su mamá, le dijo que quería esa marioneta, la que estaba, en el escaparate, junto a otros Títeres. La mamá le dijo... ¿Por qué esa marioneta? La niña dijo... ¿No ves que tienen, los ojos tristes? Para su nueva dueña Marioneta, era un títere, de ojos tristes, algo descuidada, y de aspecto desaliñado. Quiso alegrar su aspecto, y la vistió de payaso, pinto su cara, y aprendió a manejar sus hilos. A contar chistes, y a reírse con ella, se gastaban bromas, y así de éste modo Marioneta, volvió a ser feliz. Se sintió querida por su nueva dueña, y de nuevo, volvió la magia a Marioneta. Volvió a transmitir, su magia a todos los que le rodeaban. Está historia duró muchos años hasta que su dueña desapareció en el sueño eterno. Y Marioneta, acabó olvidada, en el viejo baúl, esperando a que alguien la vuelva a manejar, y través sus cuerdas, surja la chispa que hace posible la magia, que crea la ilusión. Y vuelva a transmitir los sentimientos, que recibe a través de sus cuerdas. Sentimientos, que por medio de la interpretación, hace llegar a todos los que la rodean. Esa chispa que crea la ilusión, que vuelve al corazón de Marioneta. Y hace que todos nuestros sueños, sean posibles, sueños que dentro de nosotros duermen. Y que la ilusión despierta, para hacernos, cada día, un poco más felices.
Fin

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