EL ZORRO DE ARRIBA Y EL ZORRO DE ABAJO
DE – (JOSE MARIA ARGUEDAS)-
Resumen por capítulos
PRIMERA PARTE
PRIMER DIARIO
Fechado en Santiago de Chile, 10
de mayo de 1968, en el primer diario el autor narra una secuencia de su vida
que desemboca en su primer intento de suicidio de 1966. Cuenta que contrajo en
la infancia una «dolencia psíquica» que hizo crisis en mayo de 1944 (tenía
entonces 33 años) y que lo dejó casi cinco años neutralizado para escribir; de
esa crisis salió, en parte, gracias a su encuentro con una prostituta, una zamba
gorda que le devolvió el amor de vivir. Pero intelectualmente, no se recuperó
del todo y a lo largo de esos años solo leyó unos cuantos libros. En abril de
1966 intentó suicidarse, porque se sentía un «enfermo inepto», un simple
espectador de los acontecimientos revolucionarios que sacudían al mundo y no
soportaba el no poder ser un participante. Pero inmediatamente dice que si
volviera a escribir recobraría la sanidad, y que para facilitar ello se
enfocaría primero en un tema que en ese momento le obsesionaba, sobre el cómo
no pudo matarse, que luego enlazaría con los motivos elegidos para una novela a
la que bautiza con el nombre de El Zorro de Arriba y el Zorro de Abajo. En
otros diarios (fechados el 11, 13, 15, 16 y 17 de mayo) rememora algunos episodios
entre agradables y tormentosos de su infancia y adolescencia, así como hace
alusiones a la reciente polémica que tuvo con el escritor argentino Julio
Cortázar y a su gran amistad con el escritor mexicano Juan Rulfo.
Comienza narrando las acciones de
Chaucato, patrón de la bolichera «Sansón I», y sus trabajadores pesqueros,
entre los que se hallan los apodados «el Mudo» y «el Violinista». El diálogo
entre estos personajes es excesivamente vulgar, con jergas e insultos
denigrantes, según el uso de los pescadores del puerto de Chimbote. Resaltan
los dicterios que recibe el Mudo por su condición de homosexual. Chaucato y sus
pescadores acarrean del mar toneladas de anchovetas que luego lo venden a las
fábricas para su conversión en harina y aceite de pescado. El dinero que ganan
por este trabajo, muy sustancioso, lo dilapidan después en los bares y
prostíbulos del puerto. El burdel emblemático de Chimbote se divide en tres
secciones: el salón rosado, el salón blanco y el corral, siendo el primero de
mayor jerarquía, donde atienden prostitutas extranjeras (como «la Argentina»),
y el último el de nivel más bajo, donde se ofrecen mujeres pobres, mayormente
de origen andino y selvático. En ese ambiente ocurren grescas entre los
visitantes, peleas con las mujeres, encerronas, borracheras, sadomasoquismo,
etc. Por ejemplo, el pleito del Mudo con el gringo Maxwell, a quien amenaza
degollar con un cuchillo, y la incursión de un cabo de la guardia civil, a
quien algunos revoltosos sobornan para evitar ser apresados. Un pescador
serrano, Asto, ostentosamente celebra su mejora salarial visitando asiduamente
a «la Argentina», la prostituta más cotizada del salón rosado, por ser
extranjera, blanca y rubia. En otra escena, tres prostitutas del Corral (entre
ellas la Orfa y Paula Melchora) retornan caminando a su barriada, lamentando su
situación. El capítulo finaliza mencionándose a Chaucato, quien duerme
plácidamente en un cuarto del burdel, mientras que dos prostitutas, la «Flaca»
y la «China», se reparten el pago, aunque la última reclama haber hecho sola el
«trabajo».
CAPÍTULO II
Este capítulo presenta a un
extravagante personaje, el loco Moncada, un zambo que predica en calles y
plazas del puerto, utilizando disfraces según la ocasión. Un ejemplo de esas
alocuciones o monólogos es el siguiente:
Miren como toreo las
perversidades, las pestilencias. Yo soy lunar negro que adorna la cara, el
lunar cuando está en la mejilla de la mujer buenamoza o en la frente del hombre
es adorno. ¿Quién dice que no?, yo soy lunar de Dios en la tierra, ante la
humanidad. Ustedes saben que la policía me ha querido llevar preso, otras veces
decían que era gato con uñas largazas, de ladrón. Yo, no niego que soy gato,
pero robo la amistad, el corazón Dios, así araño yo... y no es la moneda la que
me hace disvariar sino mi estrella...
El loco Moncada, con una pesada
cruz al hombro, recorre la ciudad, pasando por el mercado. Al llegar a la vía
del ferrocarril encuentra un gallo triturado por un vagón, que recoge y
mastica. La gente lo ve dirigirse hacia las barriadas situadas más lejos, en
los arenales. Sucedía entonces que las autoridades habían convencido a los
pobladores pobres a que enterraran a sus muertos en un nuevo cementerio
habilitado en una pampa hondonada situado al otro lado de la barriada de San
Pedro. El antiguo cementerio, situado en un médano colindante con la carretera
principal, había sido cercado con un muro y en su fachada colocada un gran
arco; sería destinado en adelante para la gente pudiente. Los pobladores de las
barriadas, instados por sus líderes, organizaron entonces una «procesión de
cruces»: arrancaron las cruces de las tumbas de sus muertos (situadas en la
parte alta del viejo cementerio) y las trasladaron al nuevo cementerio,
haciendo una larga marcha. Nadie comprendía el motivo del loco Moncada para
sumarse a esa procesión; la cruz que abandona en la hondonada es recogida por
el sacristán-guardián del cementerio, que decide colocarla en lo alto del
médano del cementerio. En otra escena, Tinoco llega al barrio de La Esperanza
Baja y entra en la casa de Florinda (la hermana de Asto), a quien amenaza para
que vuelva al Corral. Aparece Antolín Crispín, el conviviente de Florinda y
discute con Tinoco, quien termina por irse, volviendo al puerto. En la parte
final se describe la descarga de anchoveta de la bolichera «Sansón I» y la
visita de Asto a su hermana, luego de una dura jornada laboral.
SEGUNDO DIARIO
Fechado en el Museo de Puruchuco,
Lima, el 13 de febrero de 1969, empieza diciendo que su novela anterior, Todas
las sangres, la compuso en dos etapas separadas una de otra por varios años, y
que la ha vuelto a leer después de mucho tiempo por obligación. Confiesa
también que aún no puede empezar el tercer capítulo de la presente novela,
porque no entiende a fondo lo que está pasando en Chimbote y en el mundo.
Menciona que la segunda parte de esta obra la escribió sin conocer bien
Chimbote. Cuenta sobre su estadía en la ciudad de New York, donde anduvo una
semana sin descanso, por la Quinta Avenida, la Calle 42, Greenwich Village,
Harlem y Broadway, hasta que una noche tuvo una aventura con una linda negrita
a la que conquistó hablándole en quechua. Afirma que no cree conocer bien las
ciudades, a pesar de estar escribiendo sobre una de ellas. Cuenta también que
va a almorzar a un restaurante de obreros llamado «Miguel Angel», donde la
dueña, una señora gorda y buenamoza, hace descuentos a los profesores de la
Universidad Agraria.
CAPÍTULO III
Comienza describiendo el diálogo
entre el jefe de planta de la fábrica de harina de pescado «Nautilus Fishing»,
don Angel Rincón Jaramillo y un visitante, don Diego, enviado de Braschi. Don
Ángel le cuenta los manejos de la industria pesquera, fríamente calculados por
Braschi y sus lugartenientes. La idea era enseñar a nadar y a pescar a los
serranos, y una vez entrenados en el oficio pagarles cientos y hasta miles de
soles y como no sabían manejar tanta plata, lo siguiente era hacerles gastar en
borracheras y en putas, y también en hacer que construyeran sus casas propias.
Pero algunos serranos no caen fácilmente en ese esquema y sobresalen por
méritos propios. Don Ángel reconoce que muchos trabajadores andinos asimilan
rápidamente las técnicas de mantenimiento y reparación de las embarcaciones,
mejor incluso que los criollos. También menciona las intrigas de los
sindicalistas apristas y comunistas, y cómo después de una huelga de
trabajadores la industria aumentó el pago salarial a estos, para casi
inmediatamente devaluarse la moneda (en 1967), lo que significó que el
trabajador empezara a ganar 30% menos de lo que recibía antes de la huelga.
Todo lo cual se da a entender como una maquinación malévola de Braschi que
conocía con antelación los manejos del poder de turno. Para fines de la década
ya la industria iba en declive por lo que se hizo necesario la reducción del
personal de trabajadores, pero aun así seguían llegando más serranos a
Chimbote. Don Ángel cuenta también que la última vez que Braschi estuvo en
Chimbote fue durante la entronización de San Pedro, el patrón de los pescadores,
luego de lo cual se despidió con un obsequio alucinante: sus ayudantes
acarrearon cien prostitutas ante el regocijo de los trabajadores, que armaron
una orgía desenfrenada dentro de la fábrica. Mientras continúa la conversación,
don Ángel lleva a don Diego a conocer el proceso de la producción de la harina
y aceite de pescado; le muestra todas las maquinarias y le explica su
funcionamiento. Finalmente esa noche ambos van a visitar una boite donde se
presenta una nudista, apodada «La Caprichosa».
CAPÍTULO IV
Esteban de la Cruz es un
inmigrante andino, que vive en una barriada con su esposa Jesusa y sus dos
pequeños hijos. Es compadre y amigo del loco Moncada. Su esposa trabaja
vendiendo papas en el mercado y él lo ayuda comprando la mercadería en Trujillo.
También se compra una máquina para remallar zapatos. En este capítulo aparece
en escena en la calle, tosiendo y expulsando esputos muy negros, que recoge en
hojas de periódico que luego guarda meticulosamente. Sucedía que en la sierra
había trabajado en la mina de carbón Cocalón y a raíz de esa experiencia tenía
los pulmones llenos de polvo de carbón. Ya en Chimbote, un día se siente mal de
salud y va donde el médico, quien le informa que tenía los días contados pues
sus pulmones estaban llenos de carbón. Esteban busca en Chimbote a sus antiguos
compañeros de la mina y se entera que todos ya habían muerto, excepto uno,
quien ya agonizante le cuenta que el brujo de su pueblo le había dicho que la
única manera de curarse era botando el carbón a través de los esputos, hasta
que llegaran a pesar por lo menos siete onzas. Esteban, que ya había esputado
antes, recobra las esperanzas de vivir y es así como expulsa y recoge sus
esputos para pesarlos hasta poder llegar a la cantidad aconsejada; en el
momento del relato ya había expulsado 5 onzas. El loco Moncada lo visita y lo
alienta a vencer el mal. Mientras que su esposa Jesusa adquiere un puesto en el
mercado que paga a plazos, dando como aval la máquina de zapatería de Esteban.
El capítulo finaliza con Esteban trabajando en su máquina, muy entusiasmado,
pese a que las fuerzas se le iban a medida que pasaban los días.
TERCER DIARIO
El primer diario de esta entrega
está fechado en Santiago de Chile, el 18 de mayo de 1969, y refiere su viaje a
la ciudad de Arequipa y a la de Moquegua. En Arequipa estuvo doce días, donde
escribe las quince páginas finales del tercer capítulo de la novela; menciona
además a un pino gigante que ese elevaba en un patio colonial y cuya voz afirma
poder escuchar. En el diario del 20 de mayo, refiere que fue invitado por
Nelson Osorio a Valparaíso, Chile. Allí se hospeda en la casa de Nelson y en la
de Pedro Lastra, ambiente intelectual donde logra reanimarse. Concluye el
capítulo IV de la novela. Asiste a varias sesiones académicas en la Universidad
de Valparaíso. Retorna al Perú. Menciona su polémica con Julio Cortázar y alude
a la visita que un día le hizo Mario Vargas Llosa. Finalmente, en el diario del
día 28 de mayo, dice que tras un segundo retorno de Chile cree haber encontrado
la «técnica» para la Segunda Parte de la obra, y asegura haber ya escrito los
tres primeros «hervores» de la misma: Chaucato con «Mantequilla», don Hilario
con «Doble Jeta» y la Decisión de Maxwell.
SEGUNDA PARTE
Comienza con el diálogo entre
Chaucato y «Mantequilla». Chaucato vivía con su mujer y sus dos hijos mellizos
en un barrio residencial de Chimbote; «Mantequilla» le encuentra recostado en
su sillón, viendo la televisión y le cuenta que Braschi pretende quitarle su
lancha, a lo que Chaucato responde que si eso ocurriera él se defendería hasta
con dinamita. El siguiente diálogo es entre «Doble Jeta» y don Hilario
Caullama, ambos pescadores de Chimbote naturales de Puno (aunque «Doble Jeta»
alternaba con la agricultura y se había comprado dos chacras pequeña en el
valle del Santa que hacía trabajar a mujeres peones que a la vez oficiaban de
amantes). Similar al anterior diálogo, «Doble Jeta» le avisa a su paisano que
Braschi le iba a quitar su lancha «Moby Dick» y no volvería a conseguir trabajo
como patrón de lancha. Todo ello era represalia de Braschi contra aquellos que
se habían involucrado en los líos sindicalistas. Luego se narra la vida de don
Gregorio Bazalar, chanchero de San Pedro que llega a ser presidente de su
barriada, luego que un grupo de 200 vecinos lo eligiera en desmedro de
Mansilla, el anterior presidente, acusado de tener poca representatividad. En
su casa Bazalar cría cerdos, tarea en la que le ayudan dos mujeres jóvenes, la
Juana y la Esmeralda, de quienes la gente cree que son sus concubinas, pero él
lo niega siempre, y dice que una es su sobrina y la otra una recogida. El resto
del capítulo refiere al diálogo que sostienen el padre Cardozo, el padre
Hutchinson (ambos norteamericanos), el chanchero Bazalar, el albañil Cecilio
Ramírez (estos dos representantes de las barriadas) y el gringo Maxwell. Cada
uno de ellos habla sobre la vida cotidiana de trabajo, sus familias, las
penurias económicas de los que viven en las barriadas de Chimbote. El padre
Cardozo era el sacerdote principal de todas las barriadas, y era conocedor de
la vida de subsistencia de sus pobladores, además había estado en Cuzco, Puno y
otros lugares en donde venían muchos inmigrantes. El diálogo se desarrolla en
la residencia de curas del barrio de La Esperanza, en la oficina del padre
Cardozo, donde habían dos láminas grandes que representaban una a Cristo y otra
al Che Guevara, y sobre este último gira en parte la conversación pues en el
fondo todos ellos eran simpatizantes de la revolución.
¿ÚLTIMO DIARIO?
Está conformado por trozos
seleccionados y corregidos en Lima, el 28 de octubre. El primero está fechado
en Santiago de Chile, el 20 de agosto de 1969. Aquí el escritor anuncia que no
podrá culminar la novela y hace un breve repaso sobre los personajes de la
obra, contando cómo habría sido la suerte final de cada uno de ellos. Luego de
decir que ha luchado inútilmente contra la muerte, anuncia su inminente
partida:
Despidan en mi un tiempo del
Perú, cuyas raíces estarán siempre chupando jugo de la tierra para alimentar a
los que viven en nuestra patria, en la que cualquier hombre no engrilletado y
embrutecido por el egoísmo puede vivir, feliz, todas las patrias.
Por último en el diario del 22 de
octubre, el autor hace alusión al balazo que acabaría con su vida. Un mes después
el escritor se disparó un tiro en la cabeza. Se puede decir que esta obra José
María Arguedas la terminó con su vida.
EPÍLOGO
Es una carta dirigida por el
autor a don Gonzalo Losada, el editor de Buenos Aires, y está fechada en
Santiago de Chile, el 29 de agosto de 1969. Trata sobre las últimas
disposiciones sobre la publicación de la obra, la que consiente pese a estar
inconclusa; uno de sus pedidos es que se inserte como prólogo el discurso que
pronunció cuando ganó el premio Inca Garcilaso de la Vega (el famoso discurso
donde dice «No soy un aculturado»), último deseo que no fue cumplido por los
editores de la obra.
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